domingo, 12 de febrero de 2012

La mas hermosa de las guerras


Hace tiempo que no tenia esta sensación al confrontarme con un escenario, este sentimiento entre el miedo y la admiración. No porque fuera a entrar a escena, si no que era un espectador de la misma. Esto me sucedió ayer al asistir a la lectura dramatizada de “Homero, la Ileada”  de Alessandro Baricco una adaptación del poema de Homero.
El director (Sergio Zurita) salio a escena y la función comenzó. Dio un concreto bagaje de cómo inicio esta mítica guerra. Con explicaciones contemporáneas referentes a un partido de football americano, con estilo ligero nos comenzamos adentrar en el histórico canto troyano contra espartanos.
Seis actores (Helena: Sophie Alexander-Katz, Néstor: Emilio Guerrero, Patroclo: Diego Luna, Héctor: Andrés Montiel, Andrómaca: Leonora Cohen y Aedo: Jaime López). En un pequeño espacio escénico como es el foro Shakespeare, comenzaron a dar vida a la lectura de monólogos. Cada uno de ellos siendo una perspectiva personal con respecto al desarrollo de la guerra de Troya.
El escenario a su vez daba vida a una playa con un montículo de arena y un pequeño barco de papel azul, haciendo contraste con la blancura de la arena. La propuesta estética era limpia y minimalista. En cierto momento del gran montículo blanco una de las actrices desenterró una estatua que simbolizaba el caballo de Troya.
El juego de iluminación era sencillo, pero al mismo tiempo daba una sensación calida y bien alumbrada, se podría considerar que en gran parte del espectáculo era una luz general que daba ciertos acentos para puntos específicos de algún monologo.
En aspectos musicales fuimos acompañados por una solitaria guitarra al principio y al final.
Un aspecto que llama mi atención con respecto al montaje es que en México no son tan comunes las lecturas dramatizadas, pero nos permiten hacer un ejercicio teatral distinto donde se muestra al actor en un espacio casi vació, en el cual puede hacer gala de sus herramientas y confrontarse con una desnudez al publico, pues prácticamente, se encuentra con un atril el libreto y su voz.
Un ejercicio al cual no me confrontaba desde hace tiempo. Te da otra lectura, activa tu imaginación y te remonta a las radionovelas de antaño. Por otro lado también es un ejercicio de concentración, que en mi caso, es con el que batallo frecuentemente.
Esta puesta en escena, nos lleva de la mano a la mas de las hermosas de las guerras con los cantos griegos confrontándonos con los acontecimientos bélicos contemporáneos, donde hemos perdido si me lo permiten la belleza épica, de los valores y las reglas  que se llevaban en la antigüedad.
Las imágenes que evocaban los actores con sus líneas, nos muestran con belleza los horrores de la muerte en los combates. Es una obra con tintes contemporáneos que al mismo tiempo  nos permiten la reflexión a través del pasado poniendo un espejo a la actualidad, marcando la vigencia de Homero con sus cantos a través de seis actores y su director.
                                                                                                                                        Diciembre 2011.